lunes, 23 de marzo de 2009

Cartas que nunca envió...


Ella comprendía que nada de lo que había hecho hasta ese momento tenía sentido, pero ya era demasiado tarde como para arrepentirse. Ahora se encontraba frente al enorme buzón amarillo, esperando una señal que le impidiera enviar esa carta. De nada servían los cinco folios que había utilizado, ni las horas que había estado sin dormir escribiendo esa carta. Todo eso no había cambiado lo que ella pensaba. Seguía en sus trece, creyendo que ese era el mayor de los errores y que semanas más tarde se estaría compadeciendo de ella misma por tamaño error.


Al fin y al cabo ella era la responsable de esas palabras, la que las había estado guardando todo ese tiempo sin saber qué hacer con ellas. Hasta ese momento no se había planteado la posibilidad de quemar dicha carta, pero eso ya lo había hecho millones de veces y creía que esta vez tocaba ser valiente o –en su caso- lo suficientemente idiota como para equivocarse con conocimiento de causa.


Intentaba autoconvencerse de que , a pesar de no estar segura, esta vez el destino le sonreiría y le devolvería todos los “golpes bajos” que había estado recibiendo últimamente. “ Ya va siendo hora de empezar a ganar y dejar de perder”- se decía a ella misma con la vana esperanza de no perder el poco valor que le había hecho avanzar los pasos justos hasta llegar a la esquina donde se encontraba el buzón.


Antes de hacer nada repasó las primeras palabras con las que había empezado la carta. Quería comprobar que eso era real y que , por fin, después de tanto tiempo, esas palabras no estaban sólo en su pensamiento, sino que también llenaban esas hojas impregnadas de esperanza y sostenidas por manos temblorosas. “Querido Sueño Efímero: He intentado escribir esta carta millones de veces pero nunca he llegado a escribir más de dos párrafos sin arrepentirme de lo que había escrito. Ahora lees esto y yo sigo con la esperanza de no confundirte más y que lo entiendas todo. Supongo que algún día esperabas recibir esta carta...” Así empezaba la carta y terminaba con un “Espero verte pronto.” lleno de melancolía y cariño.


A cada palabra que leía no podía evitar esbozar una sonrisa de complicidad. Sabía que aquello que tanto le había costado escribir no era su mejor “material literario” pero sabía que contenía justo lo que ella quería decir y que si no era apreciado por el receptor de dicha carta, no era por su culpa. Aún así, a cada minuto que pasaba la indecisión era más grande y todos esos pensamientos que llenaban la cabeza de nuestra pequeña protagonista no hacían más que confundirla... [...]


FDO: Una cenicienta que vuelve, a pesar de todo...


**_AlwaysCinderella_**